Llámale ficción si gustas, mas no ciencia, insensato.
¿No habrás olvidado acaso que es hija de la paciencia?Nada advierto en esta historia que no sugiera certeza.
Tú y tus dudas, impío… ¡qué derroche de insolencia!
¿Nada nuevo bajo el sol? ¿Cómo te atreves, bastardo?
¿Qué insinúas, mal nacido? ¡Cuánta inopia, Dios mío!
¿Y entonces, descreído, cómo se explica el portento
que fuera en Visby, no en Berna, que del proceloso cielo,
cual piedra de toque divina, semejante chuzo lloviera?
En las benditas alturas, el munífico Bernardo aliviarse
resolvió y, en su infinita largueza, a la bienaventurada sueca
¿No habrás olvidado acaso que es hija de la paciencia?Nada advierto en esta historia que no sugiera certeza.
Tú y tus dudas, impío… ¡qué derroche de insolencia!
¿Nada nuevo bajo el sol? ¿Cómo te atreves, bastardo?
¿Qué insinúas, mal nacido? ¡Cuánta inopia, Dios mío!
¿Y entonces, descreído, cómo se explica el portento
que fuera en Visby, no en Berna, que del proceloso cielo,
cual piedra de toque divina, semejante chuzo lloviera?
En las benditas alturas, el munífico Bernardo aliviarse
resolvió y, en su infinita largueza, a la bienaventurada sueca
aquel prolífico vientre con el consabido martirio agració.